No sabría decir cómo sucedió. ¿Quién me contagió? En realidad, poco importaba. Compartir con personas tan especiales momentos de mi vida había puesto en crisis muchísimas cosas en mi interior, había traspasado mi piel. La inquietud, estoy segura, existía desde siempre, estaba latente, sólo necesitaba un detonante para que los cambios se aceleraran. Hubo muchos momentos antes de tener la idea que tuvieron que ver con ella, que son parte de ella. Mientras escribo esto, recuerdo tantos momentos... al niño minero en Potosí que empujaba un carro lleno de mineral, escuchar a Erlan hablar sobre su selva, caminar con Marta por un camino embarrado de Nicaragua durante una hora para llegar a su escuela... vivencias tatuadas en cada una de mis células que las impregnaron de emociones.
En mi interior se estaba produciendo una transformación, una revolución, los síntomas aumentaban, las sensaciones que experimentaba creaban conflicto, me despertaban más necesidad de investigar otras realidades, interpretarlas, empatizar con ellas y enredarlas con la mía. Así empezó mi lucha con el virus, o más bien, mi conexión con él. Lo interioricé, y quería transmitirlo, comunicarlo. Contar mis inquietudes sirvió para darles forma, mis amigos se iban contagiando. Además, el virus tenía un efecto distinto en cada uno de ellos, tenía la capacidad de mutar, acoplarse de forma diferente en cada uno de nosotr@s, buscaba distintos canales para relacionarse con su entorno. Pasó todas las barreras, en realidad, creo que formaba parte de nosotros, sólo lo activamos. Fue muy gratificante, dábamos forma a nuestras ideas, comunicándonos, creando, y así nos fuimos enredando y enredando, y seguimos enredándonos. El virus formaba parte de nuestras vidas, por lo que íbamos contagiando, con nuestra pasión, a más y más personas. Y así, nuestras ideas, convertidas en experiencia educativa empezaron a tomar forma con el nombre de Obrim una finestra al món.
L@s que somos docentes introducimos el virus en nuestras escuelas, teníamos que integrar en la comunidad educativa nuestra idea, transmitir lo que nos preocupaba y así todos juntos seguir investigando nuestra realidad para transformarla. El virus había abierto nuestra ansia de aprender un@s de otr@s, el Obrim se planteaba con una metodología, no nueva, pero sí distinta para much@s de nosotr@s, una metodología que cambiaba nuestra manera de interactuar con nuestr@s alumn@s, donde tod@s podíamos crecer personalmente. Sin darnos cuenta estábamos probando otra forma de aprender, de trabajar, de comunicarnos, de relacionarnos entre nosotr@s y con nuestr@s alumn@s, aprender investigando. Los compañer@s, al vernos, escucharnos, no tardaban en interesarse, se contagiaban rápido, querían saber más sobre nuestro trabajo. Abrimos un diálogo en los centros y entre nosotr@s, dejamos que dentro de nosotr@s surgieran las dudas, y nos dimos la oportunidad de experimentar en nuestra práctica diaria, de buscar en el conflicto lo positivo, de cambiar.
Recuerdo la primera vez que expliqué el Obrim en clase, lo contaba como la historia interminable, una historia con muchas pequeñas historias deseosas de que les diéramos forma, de que las contáramos, muchas ideas que iríamos hilando entre tod@s para tejer una telaraña. Ese día éramos quince personas en el aula, mis alumn@s me conocían sólo desde hacía diez días. Las palabras brotaban rápidamente por mi garganta, estaba bajo el influjo del virus, incluso iba enlazándolas conforme las iba pronunciando, o diría más, cuando las palabras estaban en el aire, ellas formaban la historia según la interpretación de quien las estaba escuchando, y ayudadas de las sensaciones que estaban despertando. El virus se retroalimentaba, porque ese día, cuando vi la ilusión en los ojos de mis alumn@s por participar de una experiencia, que en realidad tenían que construir ellos mismos, me di cuenta que no podíamos parar. Los alumn@s fueron y son el motor del Obrim, la energía que ha seguido impulsando la experiencia, que le ha dado oportunidades al virus para seguir con vida, para seguir utilizando la maquinaria de nuestras células. Me gusta pensar en los puntos de encuentro que hemos tenido docentes y alumn@s, nos han preocupado e ilusionado las mismas cosas, nuestras realidades, nuestras vidas. Y mis compañer@s han tenido sensaciones similares, con esta experiencia educativa hemos caminado juntos, docentes y alumn@s, planteándonos dudas, investigándolas, proponiendo actividades... y mimando nuestro blog. El virus está en la red, el blog es nuestro vehículo de comunicación, cualquiera puede llegar hasta él, incluso de forma casual, y contagiarse, y seguir contagiando, y así el virus sigue mutando de forma no aleatoria, integrándose en distintas personas que le darán un sentido, respondiendo a cambios ambientales que lo harán evolucionar.
La telaraña que formamos es multicolor, somos de todas las edades, somos distintos, somos iguales, somos, y la hemos ido manteniendo entre tod@s, si un hilo se aflojaba, otro se tensaba, de modo que ha sido fácil gracias la influencia del virus cooperativo. Y así ha sido el Obrim, hemos diversificado caminos, pero a la vez, hemos buscado la forma de encontrarnos para poder reflexionar sobre todas las mutaciones que estaban viviendo nuestras ideas. Hemos compartido propuestas, trabajo, conversaciones, llantos, ilusiones, conflictos, emociones, risas, magia, tiempo, vida... Por ahora, los efectos del virus son permanentes, vive en nosotros, sigue retroalimentándose, sigue evolucionando, nos seguimos enredando.
Jose Indraya
Me siento orgullosa de decir que sí, que estoy contagiada de un virus de buenas voluntades y propósitos, de un virus que sueña con un mundo mejor y que, de alguna manera, lucha por conseguirlo desde las aulas, desde la educación y el respeto, brindando oportunidades a todo aquel que las quiera desde los medios disponibles, con cualquier cosa que se tenga a mano.
ResponEliminaCuando me enteré de la existencia del blog mi curiosidad y yo no pudimos contenernos, comenzamos a investigar encontrando aquí muchas ganas de cambiar el mundo para bien, está claro, ya sea ayudando a aquel que se encuentra mal o con un dibujo que inspire esperanza.
Son pequeños motivos los que conforman este lugar, por decirlo de alguna forma, que se unen, conformando uno muy grande por el que seguir andando, sin prisa pero sin pausa, en el camino de la vida, siempre ofreciendo nuestra mano a quien la necesite. En resumen, aprender a vivir consecuentemente con el medio, las personas, nuestros compañeros, con todo lo que nos rodea.
Una de las cosas que más me llamó la atención es la cantidad de personas implicadas, lo cual me alegró mucho. Ver cómo compartir ilusiones, ideales, palabras con gente que posiblemente nunca conozcas se puede convertir en algo tan ameno que el propio hecho de hacerlo te anime más a seguir. Un ciclo sin fin, que se repite las veces que tú quieras y como tú quieras, un ciclo que se adapta a ti.
No puedo terminar sin dar las gracias, gracias por abrir una ventana a otras muchas realidades que no conocía, gracias también por abrir las que deba conocer en un futuro próximo, y esperemos también que lejano.
Marina Muñoz, 3º ESO, Azud de Alfeitamí.
Me gustaría hacer más cosas para esta página, porque tan solo e hecho dos cosillas de nada y no se si están colgadas.
ResponEliminaEsta página lo veo como un buen proyecto para que los estudiantes y otras muchas personas que no sean estudiantes, tengan la posibilidad de por lo menos plantearse de dónde vienen los objetos que consumimos todos los días, de preguntarse el ¿por qué? de las cosas, y gracias a esta pagina todos tenemos la posibilidad de ir descubriendo poco a poco cosas que antes nunca se nos habrían ocurrido y publicarlas.
Me gustaría estar realmente contagiada, pero no tengo mucho tiempo, aunque intento sacarlo de donde puedo.
Laura Martínez Navarro, 3ºESO,Azud de Alfeitamí.
Cierto que yo tampoco estoy muy contagiada... ya que no tengo mucho tiempo de hacer cosas para el proyecto de Obrim Una Finestra al Món...
ResponEliminaSi entre todos colaboramos y ponemos nuestro grano de arena el proyecto segurísimo que va hacia delante como ya lo ha hecho en estos dos años que se ha llevado a cabo haciéndolo... Podemos aprender aquí cosas que nos interesan, y compartir nuestra opinión con todos los demás, y con personas de todas las edades, ¡supongo!
También lo considero una manera apropiada de estudiar, ya que ésto se ha visto poquísimo en el ámbito del estudio, es totalmente diferente, es más, te diviertes aprendiendo, leyendo los escritos de los demás, acercarnos un poco más hacia las personas, relacionarnos... al fin y al cabo, ya veis, ésto es una cosa buena(:
Os deseo muchos más años para el Obrim'!
Carol Oberweis Contreras,
Azud De Alfeitamí, 3ºD
No lo dudes, Jose, a mí me ha contagiado el Obrim… En este último año, como maestra, siento alegría y nostalgia a la vez al finalizar la larga etapa que he vivido intentando inculcar a l@s alumn@s las ganas de aprender, pero sobretodo aportando mi pequeñito granito de arena para ayudarles a ser mejores personas. Siento que la siembra ha dado sus frutos y me voy feliz por ello.
ResponEliminaAcabo de regresar de Galicia con el grupo de alumn@s que cursan Lingua e Cultura Galegas. Esta optativa que llevo impartiendo, desde hace 9 cursos, en el Ins Sant Just Desvern, junto con el Obrim…, son dos de las cosas por las que me apena dejar la profesión. Intentaré canalizar mi energía colaborando en la realización de actividades que me ayuden, a mí y a todas las personas que me rodean, a hacer cada día un mundo mejor. Tengo la esperanza de que la crisis nos ayudará a tod@s a valorar a las personas por lo que son y no por lo que poseen.
Gracias, José, por coordinar este grupo, tan diverso y a la vez tan afín, que formamos parte de l’OBRIM UNA FINESTRA AL MÓN.
Un abrazo para tod@s. Unha aperta para tod@s. Una abraçada per a tothom.
Celsa