divendres, 1 de juliol del 2016

RECETA DE BIZCOCHO SOCIAL

Se puede preparar en grupo, o en solitario. Basta con una persona que haga de chef y unos comensales que decidan comerlo sin importarles lo que contenga. Antes de empezar, es preciso ponerse una oscura venda en los ojos, para... "que no nos haga llorar mucho la cebolla"
Para empezar, puedes poner mitad del cerebro en el congelador, no es algo muy complejo por lo que puedes prescindir de esa parte.
Comienza con 5 cucharadas soperas de levadura para inflarlo de estereotipos.
Nos harán falta nueces, con cáscara incluidas; pasas, pero no solo en segunda persona; y harina, preferiblemente llena de miedos, para que tenga una mejor consistencia.
Ralladura de limón, para un regusto agrio como la negación. Kilos de homofobia, tolerancia a la injusticia, mordazas y arnés para una mejor domesticación. Agorafobia, como excusa para no pensar individualmente y no exponerse uno solo al mundo.
Y no pueden faltar los grandes avances, a fuego lento y con un chorro de alcohol de quemar podemos reducirlo a redes sociales llenas de máscaras, medios de comunicación falsos y una muy avanzada carrera de marketing para vender todo esto... Si le añadimos cacao, hasta que pase de castaño a oscuro, lo podemos usar como relleno.
Otro puñado de lo que te plazca, ya que el sabor no puede variar mucho.
Y que no falten las distorsiones, o al menos la que tiene que tener el cocinero para no darse cuenta del tamaño de está bazofia.
Palabrejas y clichés, para endulzar.
Mezclamos todo y añadimos un chorro de ron, para darle un toque fiestero con embriaguez para que sea más fácil de manejar. Batirlo de forma rápida, dejando colarse burbujas de aire vacías para un mejor esponjosidad. Y para que las nueces buenas se queden abajo y sigan siendo machacadas, quedándose arriba el dulce sabor de la ignorancia, las nueces vacias a modo de premios como en un Roscón de Reyes, y todos los estereotipos y blasfemias enmascaradas con sonrisas.
Para hornearlo hace falta un molde redondo, como el resto. Y podemos dejarlo en el horno, a una temperatura imprudente, el tiempo que tarde una persona con un alto cargo en hacer algo bueno por nuestra sociedad y no sea para un beneficio propio.

Liveta Naumaviciute