diumenge, 24 d’abril del 2011

¿De verdad somos nosotros los civilizados?

Nosotros, los “humanos”, los que poseemos la tecnología, los avances médicos, las mejores oportunidades y recursos, los que soñamos con un mundo mejor, los que somos “libres”. Los “civilizados”.

Compramos tierras, no cuidamos los ríos, ni a nosotros mismos, contaminamos el aire que nos permite seguir vivos, talamos indiscriminadamente los árboles que eliminan el dióxido de carbono sobrante y nos proporciona oxígeno, maltratamos a la fauna que nos debería acompañar durante todo nuestro camino y ya de paso destruimos el camino, no para crear otro, si no para estancarnos en el mismo lugar, curiosamente, el mismo desde el que no se ve ni la puesta de sol ni el amanecer.
Nos guiamos y dejamos dirigir por trozos de papel de colores y por círculos de metal con un dibujo impreso.. Quien más papel y círculos tenga más influyente será en la sociedad, y más valor tendrá su opinión que debería ser como cualquiera de las nuestras.

Nosotros, los grandes reyes del mundo, los dominadores de todo ser, a todos nos comemos y nadie nos come, la raza sin medio diría yo.
Tierra, Tierra que nos cuida y nos proporciona todo lo necesario para vivir, y hacerlo bien, nosotros, como siempre, si nos dan la mano, cogemos el brazo, y eso hacemos, agotamos recursos, acabamos con vidas que no son las nuestras, nos damos el derecho de matar a personas por ser gente cualquiera cuando, posiblemente, sean más humanos ellos que nosotros, sí, más civilizados los indígenas que la propia civilización..

¿Quién cuida a la Tierra sobre la que planta su choza como si fuera su hermana, quién cuida al río como si fuera suyo (que no lo es, ni nuestro tampoco), quién enseña a sus hijos a valorar el medio ambiente sobre todas las cosas? Ellos.

Acabo de generalizar el lado negativo de todo ser “civilizado” pero también los hay buenos, no creáis que no.
Todavía existe aquel que sobrepone al humano antes que a los billetes, y aquel que trabaja día a día para conseguir descubrir algún recurso que no nos contamine ni nos mate lentamente al mismo tiempo que lo utilizamos, todavía existen los “extraños” como dije en el anterior texto, y si de alguna cosa estoy más que orgullosa, es de todos ellos.


“La gente que odia a gente por ser gente, desde luego, no son personas”
Marina Muñoz. 3 ESO, IES Azud de Alfeitamí

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