"Al amarillo, al amarillo, al amarillo, tira la botella al contenedor amarillo”, le pide Chaval, un zoólogo californiano, a Rosa, una maestra muy poco concienciada de la escuela del pueblo asturiano donde transcurre. La realidad de la destrucción del planeta y el poco caso que le hacemos son el punto de arranque de esta divertida fábula ecológica dirigida por Tom Fernández. Tal y como están las cosas, para seguir cuidando el planeta hay que tener mucha fe. Y es precisamente lo que pierde Guillermo, el reputado biólogo al que da vida Javier Cámara. Tras años investigando los efectos del calentamiento global en la Antártida y viendo que no hacemos nada para que estos remitan, decide tirar la toalla y volver a su tierra, Asturias, para vivir como las “personas normales” a las que no les preocupa en absoluto el medio ambiente. Pero una vez allí, descubre la fe a prueba de bombas de su hermano Alejandro, papel interpretado por Gonzalo de Castro, en la búsqueda de unos osos que parecen haberse ido de los bosques asturianos para no volver.
El mensaje está claro: si cunde el desánimo, lo perdemos todo. Y todos y todas podemos hacer algo en nuestro radio de acción, en nuestros hábitos cotidianos para cuidar el planeta.
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