La Laguna, San José (Boaco, Nicaragua)
Este es un día de la vida de Martha Irene. Ella podía ser yo, yo podía ser ella.
Marta se levanta muy temprano, a las 4 de la mañana. Recoge la mosquitera y se asea en la cocina. La casa no es muy grande, pero sabe organizarse muy bien. Prepara el desayuno y despierta a Brian, su hijo de nueve años, para que se bañe. Después de desayunar los frijoles y la torta de maiz, se preparan para salir. A Brian no se le olvida ponerse gelatina en el pelo, se mira en un espejito y se peina con cuidado. Ahora sí están preparados para salir.
Está amaneciendo. Sólo hacen el primer tramo del camino juntos. Brian se queda en casa de su abuela y Marta sigue su camino sola. La esperan en una escuela que le queda a una hora de camino. El camino es agradable, el paísaje es muy bonito y el tiempo fresco. Alguna vez, durante el camino brisa. Si hay alguna casa cerca, puede resguardarse hasta que amaine, y si no, busca la protección de los árboles o apresura el paso. Rara vez se encuentra a alquien en el camino, a veces se encuentra con alquien que va al pueblo, o a trabajar. Se saludan, casi sin parar, ¡mañaneaste! y siguen su camino. Antes de llegar a la escuela, Marta para en una casa a platicar un poco y tomar un café.
Es hora de abrir la escuela, ya le queda poco para llegar. Ya hay un par de niños en la puerta, aunque no es hora todavía. Cuando abre la puerta entran corriendo a jugar. Los niños van llegando, sólo son veintidós y casi nunca están todos, algunos están trabajando. Conforme van llegando, el bullicio aumenta. El lugar está ambientado por los chirridos de los columpios.
Son las siete, y Marta los llama a la clase. Hay que empezar el día con las rutinas, cantar el himno. Después vuelven a salir, para hacer unos estiramientos y jugar al beisbol. A continuación, en grupos, trabajan español. Tiene que dar instrucciones, casi niño por niño, porque cada uno está en un nivel.
Llega la hora del receso y del almuerzo. Una de las familias ha preparado tortilla y gallopinto. Marta reparte la comida y los niños la comen con ansía, y a correr. Niños y niñas corretean mientras Marta se toma unos minutos de descanso, bien merecidos. Llega el momento de volver a llamarlos. Los chavalos y chavalas entran en el aula, tienen que continuar, pero antes, a lavarse las manos. Entran en clase, ahora toca matemáticas, mientras unos suman, otros multiplican, y otros calculan el área del cono. Después, ciencias, y así va pasando la mañana. A las 12 llega la hora de regresar a San José.
Antes de cerrar la escuela hay que hacer el aseo. Los niños barren la clase. Una de las niñas entra la bandera de Nicaragua para que no se friegue. Y por grados van saliendo. Algunos tendrán que caminar un trayecto bastante largo hasta llegar a casa. Marta espera un poco, porque ha empezado a brisar, puede que se moje por el camino, pero ahora llueve fuerte, es mejor esperar. Algunas niñas esperan con ella, por platicar un poco y acompañarla, porque no les importa llenarse las chinelas de barro. Marta se decide a caitear, cierra las puertas de la escuela, hasta el día siguiente. La espera una hora de camino, a buen ritmo, rara vez pasa alguien que la pueda recoger, así que emprende el camino que ya le es muy familiar. Después de la última cuesta para entrar en San José, y sin parecer cansada, se dirige a la casa de la abuela de Brian para recogerlo. Ahora podrá disfrutar del tiempo libre con Brian. Pasa la tarde, y llega la hora de acostarse, Brian se acuesta temprano, a las ocho y media más o menos. Entonces, Marta tiene tiempo para planificar las clases antes de dormir.
Pasé dos semanas con Marta este verano, y muchos días cuando voy a trabajar, me acuerdo de los momentos que pasamos juntas, del camino que hice con ella hasta llegar a la escuela, del chirrido de los columpios...
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No imaginem les grans diferències que hi poden haver entre dos països un desenvolupat i l'altre subdesenvolupat; a molts els agradaria poder tindre la sort de anar a una escola prop de la teua casa i estudiar, mentre k nosaltres estem "obligats" a estudiar. Ens queixem de que no volem caminar o que ens porten en cotxe quan plou per a no mullar-nos, ara bé, si ens fixem al dia de Martha tot el que ens envolta pareix molt fàcil, i es així com pensem que deuria ser per a tots.
ResponEliminaTamara Kern i Ana Mª Alvado. 4ºB. I.E.S Altaia.
La diferencia entre Nicaragua i el España es muy grande y solo hace falta leer el informe para darse cuenta. No entiendo como la gente desaprovecha no estudiar, por que niños como ellos no pueden hacerlo. Ojala algun dia todos se den cuenta de esta diferencia. Y la gente de alli tiene muchisimo valor xk nosotros si pasamos un dia alli nos kejariamos todo el rato y ellos no, k injusto.
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