Había una vez un plátano que vivía en Boaquito y quería visitar a la Maracuyá que vivía en Santo Domingo. Por el camino había un rio llamado Malacatoya y el plátano no podía cruzar el rio. El plátano estaba triste porque no podía cruzar y pidió ayuda. Entonces llegó el pepino y puso una piedra, pero no era suficiente. Luego llegó el guineo cuadrado y puso otra piedra, pero tampoco podía pasar. Poco a poco fueron llegando el mango, el pipían, el banano, el limón, el tomate, la cebolla, el mamey, la chiltoma, el chilote… y todos juntos construyeron un puente de piedras y el plátano pudo visitar a la Maracuyá y jugar con ella a muchos juegos divertidos.
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